El mes que me mudé a mi casita llovió mucho. Llovía tanto que a pesar de estar en una elevación sentía que iba a inundarme. Pasaban los días y no veía para cuando iba a parar tanta lluvia. Es curioso cómo aquello se vuelve una agria ironía ante el paralelismo que tengo en mi vida ahora. Tiene meses que llueve en mi mente. Meses que llueve en mi corazón. Y cuando amainó junto con un pequeño rayo de sol... Volvió a soltarse la tormenta. Entera fuerte. Pido paciencia para quienes fuera leyeran estas líneas porque ante lo "festivo" que tenía en mente para este espacio se ha vuelto un lugar donde desahogar un poco de mi amargura. Muchas concepciones y cosas que yo daba por hechas y sentadas se desmoronan, de tal manera que a día de hoy me pregunto si algún día dejará de llover. Justo cuando puedo armar un poco de mí vuelve a caerse todo. ¿Es culpa mía acaso? Sé que he sido toda una decepción. Pero en verdad me esfuerzo aunque no sea suficiente
A pesar de todo en casa tengo remansos de paz. Pero cuando no está mi paz todo es confuso y doloroso. No quiero herir a nadie con mi actitud y espero con ansia el día en que el Prozac empiece a manifestar sus efectos. Mientras tanto, quiero seguir durmiendo tanto como pueda. Ojalá al despertar resulte haber sido todo un mal sueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si es de tu agrado, me gustaría que dejaras un comentario.