Realmente quiero cuidarte.
jueves, 22 de febrero de 2018
Pequeñas lecciones tontas que da la vida.
Últimamente he sentido que mi depresión está regresando a ser ese ente pequeñito que siempre está ahí, pero pequeño pues. Pero con quien sigo teniendo problemas es con la parte concerniente a mi personalidad. Había estado yéndome bien en lo que cabe. Todavía no entiendo del todo por qué es que tengo que sentir tan apasionadamente mis frustraciones. Conviví mucho con mi papá y nunca se me pegó esa forma tan estoica de llevar la frustración. Y de pensar mejor cómo es que se puede resolver el problema. Y es que yo sé que estoy mal. Pero siento que se me desborda todo. El enojo. La frustración. La inseguridad. El rechazo infundado. En verdad es como si fueran líquidos que se desparraman por todos lados y es tan triste ver cómo quedó todo el desastre ocasionado por mí... Seguido de culpa ("¿por qué seguí hablando?", "¿por qué tuve que decir eso?", "¿por qué lastimo siempre?") que termina en yo pensando que soy la peor basura del mundo... Y comienza el ciclo de la depresión y así y así. Hoy estaba muy frustrada pensando que soy la persona más tonta del mundo cuando salí a apagar una luz que tengo afuera (y super que había olvidado que dejé prendida) y me topé con que ya empezaron a germinar las semillas de una planta que hace unos días sembré. En esa ocasión, de mucho mejor ánimo, estaba realmente esperanzada de que se me diera la planta porque el proceso para mí fue muy especial. Iba a tener suerte. No cualquier suerte. La mejor de las suertes. Y ver que a pesar de todo lo negativo que traía dentro no impidió que mi plantita saliera esplendorosamente diminuta sólo me hizo pensar que realmente estoy toda tonta... Pero no por el motivo por el que me sentía así.
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